No sólo tus clientes, proveedores y/o empleados pueden aprovecharse de tu negocio. Tus mismos socios pueden encargarse de hacer pedazos a tu compañía.
En el mundo de los negocios, cada vez es más común escuchar el dicho “crear una empresa es como casarte, y nunca sabes con quien te casas hasta que te divorcias”. Cuando uno constituye una empresa, escoge a sus socios por alguna de estas razones: porque es su amigo, o porque aportará algo (ya sea capital, conocimiento, contactos, etcétera). Se inicia el proyecto considerando únicamente lo bueno y se prefiere ignorar lo malo.